La historia está inspirada en el anuncio Midnight Rose de Lancôme. Podéis echarle un vistazo aquí:
"Un día de lluvia, una librería y un encuentro que parecía de lo más casual y acabaría convirtiéndose en una traicionera trampa del destino."
Midnight Rose.
Llovía a conciencia. Las transparentes gotas caían con fuerza y resbalaban por los cristales de los coches situados en fila en la calle principal. Los semáforos impedían la circulación con su resplandor escarlata y se había formado un pequeño atasco en un abrir y cerrar de ojos. Los coches pitaban bajo la lluvia, los motores soltaban violentos rugidos que contribuían al ruido y los peatones cruzaban de un extremo a otro de la carretera refugiados bajo sus paraguas de colorines.
El tiempo parecía haberse parado de forma inminente y surrealista.
En cuanto Rose dobló la esquina alcanzó a ver la hilera de automóviles e incluso percibió un espíritu irascible que invadía el ambiente. Escrutó a su alrededor en busca de la librería que buscaba y cuando la identificó, echó a correr con cuidado de no resbalar a causa de los pequeños riachuelos que corrían por el asfalto.
En cuanto cruzó el umbral, totalmente empapada, se sintió cobijada y segura. Tras un rápido escalofrío se frotó las manos y se quitó la boina negra que llevaba para a continuación, dejarla sobre el mostrador. A pesar de que la tiendecita no era demasiado amplia, las paredes estaban totalmente recubiertas con viejas estanterías de madera repletas de libros que llegaban hasta el techo, del cual colgaba una elegante lámpara de cristal.
-¡Enseguida salgo!
La joven esperó pacientemente a que el dueño acabase de ordenar libros en la trastienda. Mientras mataba el tiempo estuvo ojeando los títulos de algunas obras pulcramente colocadas en la estantería que le quedaba justo a la altura de los ojos. Varios de ellos ya habían pasado por sus manos. Harrindson’s permitía al cliente tanto comprar los libros como tomarlos prestados durante unos días pagando una cantidad fija al mes como socio. Rose había oído que el señor Harridson era un viejo excéntrico, diferente, juzgado por la gente, que pensaba que estaba loco. Que su obsesión por los libros y la magia que decía que encerraban, no era sino los vestigios de una enfermedad. Ella pensaba que no eran más que cotilleos hasta que vio al hombre salir de la trastienda: expresión seria, andares sombríos y profundos ojos marcados de un inverosímil color lavanda que cuando se posaron dulcemente sobre los suyos se abrieron en un gesto de sorpresa y estupefacción.
Rose sintió una punzada de terror.
El hombre pareció recobrarse de un golpe invisible y le sonrió con falsedad.
-¿Buscaba alguna obra en especial, señorita?
-Yo...
-Quizá será mejor que Gabriel se encargue de esto. ¡Muchacho!
Se oyó en la trastienda el eco de unos cuantos libros chocando contra las apolilladas tablillas de madera, al que le siguió una palabrota en voz baja.
El anciano se retiró asegurando que el tal Gabriel comprendería mejor sus gustos literarios y cuando se cruzó con el muchacho, que entraba a la estancia, a Rose le pareció sólo por un instante que le hacía una especie de señal casi imperceptible. ¿Se lo habría imaginado?
-Hola.—la voz del recién llegado era serena y atractiva.-Disculpa a mi abuelo. A veces es un tanto brusco.
Desde luego, ese viejo era algo más que brusco...claro que no se lo dijo.
-No importa.—señaló.-Estoy buscando una novela, aunque ningún título específico.
El chico la recorrió rápidamente con la mirada, salió de detrás del mostrador y cogió unas escaleras de madera para a continuación, deslizarse entre las estanterías a toda velocidad buscando algo. Rose no pudo evitar una miradita inocente. Era alto, guapo y levemente musculado. Pasaba las hojas de los ejemplares con un cuidado extremo y mantenía una pose elegante y viril, aunque nada altiva.
Cuando encontró lo que buscaba, sonrió levemente y Rose notó algo extraño en la boca del estómago.
-Midnight Rose, aquí estás.
Se lo tendió. Parecía bastante interesante.
-Vaya, muchas gracias.
Gabriel apuntó el título de la obra y el nombre de la joven.
-Tienes dos semanas para leerlo. Espero verte pronto.
Las últimas palabras hicieron sonreír a Rose levemente.
-Hasta entonces, pues.
Cogió la boina de encima del mostrador y salió de la librería. Había parado de llover. Inició el camino a casa con los labios aún curvados en una sonrisa mientras en Harridson’s , Gabriel intentaba recobrar la respiración.
-¿Crees que es ella?.—le preguntó el viejo Harridson.
-Muy pronto lo descubriremos.—sentenció el joven.-Le he dado el libro.
El rostro del anciano se iluminó de repente.
-Excelente.
***
Hasta aquí la introducción. ¿Qué os ha parecido? ;)